Últimamente, muy a menudo, tengo la irresistible tentación
de CAMBIAR. Comienza a parecerse a un vicio. La necesidad de cambio surge de lo
más hondo de mi alma ó quizás de mis entrañas y viene a remover todos los
cimientos de mi ser, un terremoto tranquilo pero que con paso firme arrasa
ciertas ideas que hasta hace muy poco parecían inamovibles.
Apenas es perceptible este cambio para el exterior, podría
parecer yo la misma de siempre. Podrían parecer mis ojos del mismo marrón de
siempre, mi pelo del mismo tono negro y mi piel del mismo tacto. Incluso el
aroma de mi pelo podría confundirse con el antiguo.
Solamente algunas personas son capaces de observar las
modificaciones; las más especiales se acercan y mirándome a los ojos dicen:
-
Hoy tus ojos brillan de una forma diferente.