miércoles, 21 de diciembre de 2011

Lo que tú eras...


Hace un año estaba durmiendo a tu espalda, sosteniéndote
para que pudieras incorporarte, cuidándote; como cuando tú lo hacías conmigo de
pequeña. Tú eras ver Informe Semanal juntos, tú eras esa mañana de Reyes dando
chocolate recién hecho por mamá a mi muñeca, tú eras el mono azul de obrero, tú
eras dar todo a cambio de nada, tú eras llamarme morenita mía, tú eras decirme
no llores hija por favor, tú eras bajarme del coche cuando intentabas enseñarme
a conducir.

No lo sabíamos pero se nos agotaban los días juntos, apenas
un mes. Fui velando tu escaso sueño, consciente cada noche que pasaba que tu
respiración era cada vez más leve. Si soy madre quiero serlo como tú.

Te despedí, pero sólo dije hasta luego porque lo que tu eras
vive en mí, lo que tú eras crece en mí. No me faltará esa pieza jamás.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Ojalá...

Ojalá, que cuando me miras no pudieses robarme el alma. Ojalá, te dejará yo, cogerlo sin más.

martes, 13 de diciembre de 2011

CERCANÍAS

Algunas veces, apenas pones un pie en una estación de tren,
saltan en tu estómago todas tus CERCANÍAS.
Hoy, cerca de alguna traviesa de la vía del tren entre Embajadores y Alcorcón.
Escuchando a Christina Rosenvinge.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Lucha

Escrito en 2007, huyendo de la monotonía laboral y mirando una fotografía de Robert Capa de un "guerrilero" (da igual cual).
" Había dejado de pensar. ¿Cuando empezó a dejar de ser hombre?
Le gustaba la música, ésta nunca había dejado espacio a esa voz interior que ahora lo martirizaba.
Le gustaba el olor a hierba mojada y ver la fecha de su cumpleaños escrita en los calendarios. Le gustaba pasarse la mano por la barba, justo en el momento que empezaba a crecer. ¿Cuánto hacía que no podía afeitarse?
Dudaba del olor de su hogar; trataba de evocarlo pero el olor a sangre y a pólvora le subía hasta la cabeza y le descendía hasta la boca de su estómago, clavándose allí y echando raíces.
Ruidos, tantos ruidos, que vibran en su estómago...
¿Pasará el verano? O es el miedo lo que le quema. Solo queda la lucha"

sábado, 10 de diciembre de 2011

JUNTOS

Aquel día se había puesto más guapa que nunca. No me cabía duda, era una mujer fuerte. Deje caer mi mirada y me sonreí a mí mismo. Me sonreí por tener suerte por una vez en mi vida, por tener tan cerca de mí a la mujer a la que amar. ¿Quién decide de quién nos enamoramos?
Paseé distraído entre las parejas, dejando pasar el tiempo y dando una tregua a mi corazón. Ella disimulaba su interés con un grupo de amigas; apoyada en la columna mantenía las manos aferradas a su chaqueta.
¿De dónde saqué el valor para acercarme?. Antes de llegar a rozar su hombro, ella dejo a su cuerpo volverse en mi dirección y a sus ojos posar su mirada en los míos para preguntarme: ¿Cuántas palabras escribiremos juntos?

Besos que fueron y no fueron...

Ella no sabe que un beso puede cambiarlo todo,
convertir al sapo, si no en un príncipe,
sí en un sapo mejor.
Ella sueña con el príncipe azul
porque soñar es tan propio de princesas
como ser azul es típico de príncipes.
Sostiene al sapo con delicadeza en el cuenco de las manos,
como se sostiene un libro con historias de amor dentro.
Está nerviosa y feliz y asustada al mismo tiempo.
¿Cómo será su historia de amor?
¿Acaso no son los besos siempre protagonistas
y los príncipes y princesas personajes secundarios?
Está a punto de comprobarlo.
Suspira, entrecierra los ojos y se deja llevar.
Roger Olmos David Aceituno

martes, 29 de noviembre de 2011

Dónde tú estés te pertenece...

De tu clase obrera,
bebe mi voz todos los días.
Miro atrás, enmiendo tus sinsabores;
piezas del puzzle maltrecho
de mis veintiún gramos.
Tus manos, tu esfuerzo.
Dónde te faltó:
pongo caricias.
Dónde te sobró:
sosiego.
Dueño de las llaves.
Con razones digo NO.

RESUMEN García Montero

No existe libertad que no conozca,
ni humillación o miedo
a los que no me haya doblegado.
Por eso sé de amor,
por eso no medito el cuerpo que te doy,
por eso cuido tanto las cosas que te digo.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Mujer

Algunas piezas, no encajan.
Otras, apenas, aterrizan en mi piel, laten intensamente y contagian a mi corazón.
Casi ninguna, me habla ya de dolor.
Casi todas, ya han aprendido algo.
Pocas, viajan por mi cuerpo, buscando nuevos lugares.
Las menos, duermen.
Las más, vibran.
Aún así, me sigo preguntando: ¿Cómo soy yo mujer?

Intensidad**


Hoy tengo algo que contar y sí me
lo permites, tú mi gran escuchador, serás el primero en saberlo.
Me dedico al trabajo social, en
otro texto esto puede ser demasiada información pero en éste se hace necesario
mencionarlo. Esta mañana tenía que realizar una visita a domicilio, herramienta
que permite valorar la situación social de las personas. Toda la noche me
debatí en un “duermevela” intranquilo ya que había quedado con un moro (no voy
a usar otra palabra más políticamente correcta porque yo cuando digo moro no lo
digo de manera despectiva,) en la estación de tren de un pueblo de Madrid.
Nunca había visto a ésta persona que nos solicitó apoyo para una familia.
Salí de casa con tiempo y en el
tren ya me sentía más tranquila como anticipando que todo iba a salir bien. En
la estación logré descifrar quién era el desconocido porque vino a saludarme,
le acompañaba otro chico más joven. Ambos me indicaron que me subiera a un
“bmw”; en ese mismo momento todos mis prejuicios saltaron por los aires en mi
cabeza: ¡Qué coño hacía yo con dos moros en un coche por un polígono! Pero creo
que siempre he pecado de confiada o me he dejado llevar por la intuición y el
caso es que me sentía muy a gusto. Durante el trayecto me dicen que la persona
a la que iba a visitar falleció ayer pero que necesitan el apoyo social y
económico.
Mis miedos, una vez más, se
dispararon: ¡qué hago yo en el domicilio de una viuda y sus cuatro hijos el día
que ha fallecido su marido y padre! Todo auguraba una situación incómoda y
difícil. Pero no, nunca me he sentido tan aceptada, tan bien recibida como hoy.
El primero en saludarme al llegar fue un pequeño de nombre muy parecido al mío,
que se ha tirado a mis brazos para besarme. Al mirar al hermano mayor de 16
años he visto unos ojos tristes intentando hacerse el fuerte, pero el coraje
apenas se hacía sitio en sus pupilas. He ido recibiendo abrazos de casi toda la
familia, hubiera podido decir que ha sido al revés, que yo he dado el consuelo,
pero creo que hoy he recibido mucho más de lo que he dado.
Como en todo bonito momento ha
existido un punto álgido; una pequeña niña de cuatro años que acababa de perder
a su papá ha sabido consolar a una mujer
de 30 años que ya nunca podrá volver a ser la misma.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Papá

"Mi padre cuidaba de mí. Siguió haciéndolo siempre, hasta cuando discutíamos, cuando nos enfadábamos, cuando yo tomaba decisiones con las que él no podía estar de acuerdo. Siempre cuidó de mí, a cambio, simplemente, de que yo fuera su hija, de que le contara cada tarde cómo me habían ido las cosas, de que viera una película en la televisión con él, o le acompañara al banco una mañana de sábado. Todo a cambio de nada."
-"Malena es un nombre de tango" Almudena Grandes.
Inevitablemente, retomar la escritura pasaba por recordarte y por decirme por primera vez en mucho tiempo la palabra papá.