domingo, 30 de diciembre de 2012



"Él le pidió a Ella que le hiciera el humor para volver a recuperar su propio yo. Ella le contesto que le haría el humor, pero a cambio le debía devolverle el favor, haciéndole el amor. Ambos acordaron que el trato era justo y siguieron riendo toda la noche. Una ves más, se demostró que el buen humor suele ser la mejor manera de sobrellevar la cotidianidad, porque cada vez que nos reímos, liberamos nuestros deseos y ganamos tiempo. Y aquella noche entre risas, Ella y Él rejuvenecieron, para volver a levantarse en la misma cama, con el blanco pintando canas, pero con la compañía del ser al que amaban"

Los colores olvidados, y otros cuentos ilustrados. Silvia G. Guirado

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